12 de junio de 2010

Todo muy lindo, todo muy Coca-Cola


By Leo

"La publicidad es la gran máquina de poder que inviste la libido de los sujetos para depositar en ellos los lineamientos de acción para satisfacer sus deseos. Es una máquina poderosa porque domina los conceptos dominables, es decir, el conjunto de imágenes sociales accesibles a todos, en las cuales establece relaciones de sentido altamente efectivas congregadas en torno al aparatoso cuerpo de clichés del cual se sirve, y en los cuales el conjunto de los sujetos se acompleja de manera inmediata, acarreando con ello la identificación inconsciente de las imágenes con el deseo que nos permite recrear el juego dispuesto por las imágenes ópticas-sonoras (bajo la forma de estructura de signos) bajo un sentido negativo, “el fascismo que nos hace amar el poder,  desear  esa cosa misma que nos domina y nos explota”(Foucault). La articulación del cuerpo publicitario otorga un “desencadenamiento de los comportamientos previsibles entre los individuos” (Deleuze) lo que hace del mundo un lugar habitable, perfectamente ajustado con los comportamientos fabricados por la maquinaria de la imaginería del capital. Una tarea indispensable es destruir, borrar al cliché y sus encadenamientos… "

3 de junio de 2010

¿Cómo estudiar la Interculturalidad?

Por Daniela Senn J.

Imaginemos que nuestra pretensión es acercarnos a otra cultura a través del estudio, que esperamos tocar parte del sentido que liga a ese grupo como pueblo, que una fracción de toda su urdimbre espera ser sacada a la luz, enfocada y develada. Nosotros, desde acá, escribimos sobre lo que sucede allá. Tanto nuestro sitio como al que intentamos hacer referencia ha mutado, y nos es imposible concebir un territorio como un espacio homogéneo. Así, cuando hablamos de la identidad –en el plano individual y grupal-, más allá de considerar el estado de conciencia, la diferencia y el sentido de pertenencia a un grupo, debemos recordar la situación de tránsito, de latente construcción y cruce cultural que llevará a estos grupos a no definirse de forma rígida o enmarcada, sino a través de esa significación en constante construcción.

La cultura, según Geertz (2003) es un sistema históricamente transmitido de significaciones contenidas en símbolos; es decir, un conjunto heredado de concepciones representadas simbólicamente, a partir de las cuales los hombres se comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y sus modos de vida. Ahora sabemos que este sistema históricamente transmitido, ha traspasado las fronteras que los mismos individuos han creado, por lo tanto, la cultura pasaría a ser un fenómeno mucho más dinámico de lo que creemos.

Ya planteaba Anderson (en Barrera, 2000) la imagen de la nación imaginada, como una idea que nos hacemos de un territorio soberano del cual ni siquiera conocemos sus fronteras. Y ahora si le sumamos a esto que esa misma idea de nación, de territorio e identidad se verá permeada por los cruces culturales, ¿qué sucede?

Dentro de un mismo pueblo es necesaria la comunicación para la transmisión de la cultura. Ahora, cuando la comunicación se extiende y vamos al encuentro con el otro, debemos tener especial cuidado de no instalarnos en las autocertezas de nuestra propia cultura, ni tampoco caer en la convicción que somos los excluidos, los diferentes, forasteros que deben actuar con una solidaridad casi militante hacia el otro, asimilándose al otro para poder entrar en su grupo. Los cruces culturales no siempre conllevan a la asimilación, sino también al sincretismo, a la representación de la interculturalidad.

Muchas veces he temido verterme hacia el grupo que estudio y mimetizarme con ellos. Está claro que la interacción hará que adquiera algunos rasgos o ideas del otro, pero ese encuentro, en nuestro caso como cientistas sociales, no debe derivar en un reemplazo de nuestra propia cultura e identidad por la de los otros, ya que no debemos perder nuestro fin específico: sacar a la luz una parte del otro que permanece en las sombras, no volverse hacia esa oscuridad y permanecer ahí, sin comunicar lo que hemos aprendido.

Ahora si vamos a nuestra disciplina específica, los antropólogos somos personas que alcanzamos legitimidad en tanto demostramos “haber estado allí”, pero nuestro texto, es decir, lo que comunicaremos a la comunidad lo hacemos “desde acá”. Eso si pensamos que la cultura que estamos estudiando está localizada en un espacio determinado, porque si nos volcamos hacia la interculturalidad, ¿podemos “estar allí” si no tenemos claro cuál es ese sitio específico?, ¿existe un lugar para estudiar la interculturalidad?

Entonces, el viaje no es sólo una condición de la etnografía como estrategia, sino que es una condición de vida de las mismas culturas, es lo que las hace encontrarse, mezclarse y ver nacer nuevas formas de inventarse el mundo. Al estudiar la interculturalidad, nosotros estamos posicionados en el mismo lugar donde confluyen los cruces, existe una multiplicidad de sitios posibles donde anclar un estudio que involucre sincretismo.

Según Renato Rosaldo (En Canclini: 2004) la tarea de exhibir la identidad de alguna cultura debe hacerse como si se tratara de una venta de garaje, donde el antropólogo no trabaja con objetos nuevos o auténticos, sino con objetos usados y acepta que los usos forman parte de su valor. Es decir, debemos estar atentos a los elementos que encontremos de diversas culturas en algún sitio. Como si fuéramos por nuestra propia calle y nos encontráramos con casas de algún estilo particular, otras típicamente alemanas, negocios donde venden desde cola cola hasta piñones, y personas que no necesariamente viven ahí, sino que pueden estar de paso y representar a otros barrios, a otros sectores.

Es necesario entonces que afinemos nuestra mirada, que no intentemos solamente captar una totalidad, una generalidad que sea capaz de explicar cómo está organizado un todo o cómo funciona ese sistema. Claramente es un estudio válido, pero si damos vuelta la vista, notaremos que existen muchas otras formas de estudiar la cultura, las cuales pueden tratarse de encontrar las excepciones, contar desde otra posición social lo que ya se ha dicho, entre tantas posibilidades latentes. Ahora, si vuelvo al negocio que ofrece piñores y coca cola, lo primero que puedo hacer es ver de dónde procede cada mercancía, cómo llegó hasta ahí, qué tipo de redes deben existir para que lleguen a nuestras manos. Nos encontraremos sin duda con un sinfín de historias que se cruzan.

Pero desplacémonos. Si viajáramos hasta un lugar un poco más lejano que la plaza de nuestra ciudad, por ejemplo España: No encontraremos ahí ciertamente sólo españoles con su cultura marcada. Va más allá de considerar las variaciones entre españoles, vascos y catalanes: debemos tomar en cuenta los contactos que existen con otros pueblos.

Mientras estudié el ateísmo de resistencia surgido en España a través de organizaciones ateas vigentes, pude notar que este fenómeno se da en esa zona no sólo por la historia manchada de sangre con la que carga la Iglesia Católica y la persistencia de reyes católicos, sino que este ateísmo organizado nace también por consecuencia de los cruces culturales con los que convive ese país. España es destino de inmigrantes tanto latinoamericanos, como africanos y musulmanes, y al emitir juicios de valor sobre las prácticas de esos individuos, o criticar su misma religión, basando parte de sus postulados en un repudio hacia el fundamentalismo –en el caso de los musulmanes-, se ha manifestado que a partir de esta interculturalidad, aparecen nuevos fenómenos sociales que antes no se habrían visto, además que se ha puesto en tela de juicio la tolerancia de un sector de la población española.

En sociedades mestizas como la nuestra, la interculturalidad es un tema a estudiar en sí, y además desde ella aparecen nuevos fenómenos a los cuales debemos prestarles atención. No significa que las culturas ya no tengan elementos distintivos o se asimilen completamente –como sucede con parte de la población indígena en Chile, quienes fueron obligados a renunciar a sus propias prácticas culturales y adoptar una nueva cultura- hasta llegar a un pastiche que las homogenice en vez de diversificarlas; lo que intento decir es que dentro del sincretismo se intercambian elementos de otras culturas y se re significan, a la vez que pueden conservar algunos rasgos que le es propia.

Los objetos de estudio de las ciencias sociales no pueden ser identidades separadas, ni culturas relativamente desconectadas, ni campos absolutamente autónomos: Se deben tomar como entidades en movimiento, dinámicas y en permanente construcción.

Ante tan alta ambición de estudiar la interculturalidad, la misma disciplina que se acerque a esto debe nutrirse de diversos campos. Martin Barbero (2005) plantea la necesidad de acercarse a estudiar distintos fenómenos desde disciplinas que estén abiertas a nutrirse de otras a través del diálogo. La interdisciplina nos permitiría unir en un mismo fin saberes que suelen trabajar por separado, mientras que la transdisciplina, mucho más ambiciosa, pretende formular nuevos saberes que converjan en un estudio particular.

Por la misma línea, Geertz plantea que las disciplinas son consideradas como géneros, los cuales –al igual que las culturas- se cruzan y mezclan tanto para complementarse, como por producto del desarrollo científico y la globalización. Los géneros ya no son definidos y enmarcados de una forma rígida, sino que transitan de uno en otro, tomando lo que pueda servirles y acomodándolo a sus necesidades explicativas.

De esta forma, la analogía se usa en ciencias sociales para aprehender el análisis, es decir, para captar eso tan intangible como algo tangible o al menos similar. Es así como se usan comparaciones con materiales adquiridos desde las artes, las ciencias duras, la ley, y así muchas disciplinas que se han ido encontrando para posibilitar la explicación de fenómenos. Esta búsqueda de analogías es al mismo tiempo “evidencia de la desestabilización de los géneros y del surgimiento del giro interpretativo; y su resultado más visible es un estilo modificado de discurso en los estudios sociales.”

No es que sea necesario una acumulación, un dilentantismo del conocimiento, eclecticismo, o compartir un sentimiento de hermandad con todas las disciplinas sin discriminar su pertinencia, sino que es el mero reconocimiento “de que las líneas que agrupan a los estudiosos en áreas intelectuales o, lo que es lo mismo, que los clasifican en comunidades diferentes, en los días que corren, poseen ángulos enormemente excéntricos.” Es decir, resulta imprescindible reconocer el aporte que otras disciplinas puedan hacer a la propia, además de los encuentros reiterados que se producen entre teorías, las cuales siempre van a tomar insumos de otras.

La misma ciencia debe aprender a validar otros tipos de conocimiento. Es decir, no porque nosotros no hayamos analizado científicamente el contenido de las letras del hip hop –por poner un ejemplo- eso significa que estas letras no tengan un contenido sustancial en la configuración de una ideología. El mismo autor de la letra es un investigador de su grupo social. Nuestro trabajo ahí sería interpretar su propia investigación.

Propongo, para lograr un proyecto transdiciplinario como el que soñamos, aceptar primero que nuestra propia condición, es decir, el lugar desde donde estamos posicionados escribiendo, nuestra perspectiva, es un producto del encuentro entre culturas. Nosotros mismos estamos permeados de diversidad, y una vez que aprendamos a ver la polifonía de cada fenómeno social, sabremos contar una historia.


Referencias
• Martin Barbero, Jesús 2005.- Transdisciplinariedad: notas para un mapa de sus encrucijadas. Ponencia en el Congreso Internacional “Nuevos Paradigmas Transdisciplinarios En Las Ciencias Humanas”, Universidad Nacional, Bogotá, Abril 7, 8 Y 9 De 2003 y publicado en el libro J. E. Jaramillo (comp.) Culturas, identidades y saberes fronterizos, CES, Bogotá, 2005 .
• Barrera, Andrés. 2000. Identidades, lenguas, ideologías. Una interpretación desde la antropología, en Lisón, Carmelo (ed.) 2000 Antropología: horizontes interpretativos, Universidad de Granada, Granada.
• García Cancini, Néstor. 2004. Diferentes, Desiguales y Desconectados. Mapas de la Interculturalidad. Gedisa. Barcelona.
• Geertz, Clifford. 1980. Géneros Confusos. La Reconfiguración del Mundo Social. American Scholar, vol. 49, N° 2, primavera de 1980, págs. 165-179.
• Geertz, Clifford. 2003. La Interpretación de las Culturas. Gedisa. Barcelona.