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27 de octubre de 2012

III Congreso de Antropología Latinoamericana.

Les dejo la página de la U. de Chile (principal organizadora) del próximo III Congreso Latinoamericano de Antropología. Recomiendo también ojear los paneles/mesas de discusión: 7.- Antropología Médica Latinoamericana, 11.- Identidades en Producción, 12.- Cultura y Subjetividad, 17.- Diversidad Cultural y Políticas Públicas, 18.- Procesos de Sucesión y Reproducción de las Elites, 19.- La Política en Movimiento, 21.- Objetos y Significados, 23.- Movimientos Indígenas y sus aportes al Debate Político en América Latina, 30.- Paisaje, Naturaleza y Cultura, 31.- La Antropología en Escenarios de Catástrofes, 35.- El Estado en Acción, 40.- Espacios, Subjetividades y Metodologías de Investigación Urbana...

Existen más de 40 simposios, y los lugares de exposición se distribuyen en gran parte de la ciudad.


6 de octubre de 2010

La América Profunda de Rodolfo Kusch

Por Carlos Martínez Sarasola 

La recuperación del pensamiento indígena.
Una tarde de 1970, en un aula de la Facul-tad de Filosofía y Letras, conocí a Rodolfo Kusch. Yo era por en-tonces estudiante de la carrera de an-tropología. 

Alguien me invitó a escuchar las palabras de “un antropólogo que trabajaba en el norte”. Me encontré sentados alrededor de una mesa a un muy reducido grupo de estudiantes que dialogaba con un hombre flaco, de bigotes y anteojos que hablaba con entusiasmo de sus experiencias con los quechuas y aymaras de Perú, Bolivia y el norte de la Argentina. Me sorprendió esa presencia extraña, que hablaba con pasión, que transmitía con humildad su contacto con los indios y que hablaba de la particular forma de pensar de la gente originaria del altiplano.

Fue un encuentro breve, pero impactante. Ese hombre sabía del mundo profundo de los indígenas, lo respetaba, lo valoraba. Vivía en él.

Buceaba en él. Volví a verlo cinco años más tarde, cuando ambos eramos docentes en la Universidad Nacional de Salta. Compartí entonces el ámbito académico y algunos inolvidables trabajos de campo en la Puna salteña, en un lugar mágico a tres mil metros de altura: Santa Rosa de Tastil. Todo fue por muy poco tiempo, pero me alcanzó para ratificar su sabiduría y su talento que no dejaba de acompañar con su extraordinaria humildad. La tormenta de los años de plomo ya se avecinaba sin remedio, y él parecía adivinar el triste futuro, lo que lo llevó posiblemente a dejar este mundo cuando estaba en su plenitud, en 1979. Tenía 57 años.

Un apasionado de América
La obra de Kusch es el esfuerzo de un original filósofo-antropólogo por contactar con la esencia de América. Esa esencia que el define como el hedor americano, en una actitud desafiante hacia los prejuicios de ciertos sectores de nuestra sociedad que ven en las raices americanas algo nauseabundo. Kusch rastrea en el sentido positivo de “ese presunto hedor” por oposición a la pulcritud ficticia del hombre urbano.

Conocedor consumado de Heidegger, Lévi-Strauss, Jung ó Eliade, en los campos de la filosofía, la antropología, la psicología ó la historia de las religiones, recupera sin embargo a los autores americanos como el mejicano Miguel León Portilla, especialista en filosofía nahuatl, al chileno Félix Schwartzmann ó a las fuentes todavía más antiguas como el cronista indio Juan Santa Cruz Pachacuti, de las inmediaciones del Cuzco y sabio conocedor de la cosmovisión incaica. Kusch plantea una “decisión cultural” por lo americano.

Un eje de su pensamiento ha sido el concepto de estar entre los indígenas, opuesto al de ser alguien de los occidentales. Kusch encuentra que el término más cercano a la forma de vida india es utcatcha, que se traduciría en “estar sentado”, en el sentido filosófico de domicilio, de sentirse amparado en el mundo (Haber, 1978:50). El vinculaba al sistema productivo incaico con la idea de una auténtica “economía de amparo”. El hombre occidental soluciona sus males trabajando sobre la realidad exterior, por el lado de afuera. Por el contrario, el indígena está incluido en la totalidad del universo y cualquier desajuste debe ser restaurado con el equilibrio interno de esa totalidad, a través del ritual.

Para los que pensamos que se vive una época de convergencias entre la sabiduría de las culturas originarias de América y el nuevo pensamiento occidental, Kusch fue un precursor: indagó en las profundidades del mundo andino y vió lo que hay en nosotros como occidentales. Planteó las diferencias y las oposiciones, pero también los posibles caminos de encuentro y confluencias.

Kusch no tiene aún el lugar que merece en los ámbitos académicos, de pensamiento y reflexión. Pueden existir varias razones para ello, desde su pública inclinación política hasta su carácter de pensador transgresor, pero más bién creo que la antropología ó la filosofia local no han todavía incursionado a fondo por las dimensiones americanas en que Kusch navegaba. Es necesario sí reconocer que existen algunas excepciones a esta actitud, como la tarea del Centro de Estudios Latinoamericanos dirigido por Graciela Maturo y Eduardo A. Azcuy, el que realizó una gran tarea de recuperación y difusión del pensamiento kuschiano.

El decía que el país antes que nada es una “labor interior” y creo que realizó con creces su propia labor. Vivió como pensó. Eso era típico en él. Su último hogar fue Maimará, un pueblo a 80 km. de San Salvador de Jujuy. Allí se dio cuenta del milagro de haber saltado las fronteras que uno mismo se crea. En ese lugar se percató también de la posibilidad de ir hacia las otras fronteras, como aquellas de las montañas que tenía frente a su ventana. El sabía que si lograba cruzarlas alguna vez, e ir del otro lado, encontraría, como los héroes de muchos mitos americanos, “toda la vida, esa, que aún no se ha desprendido de los dedos divinos”.

Guía básica para leer a Kusch
Según una compilación editada por F.García Cambeiro en 1989 (Kusch y el pensar desde America) entre artículos y libros su obra suma más de setenta títulos. Es imposible pasar revista a todos, por lo que tuve que seleccionar -y como siempre ocurre en estos casos, con un dejo de arbitrariedad- los que considero centrales en el pensamiento del autor, que no dejó de incursionar en áreas como el arte, la estética y la dramaturgia.


En 1953 Raigal publica La seducción de la barbarie (análisis herético de un continente mestizo) un importante conjunto de ensayos sobre el carácter dual de América y una mirada desde la intuición del paisaje.
Hachette edita en 1962 una de las obras capitales de Kusch: América Profunda, reeditada por Bonum (1975) y posteriormente por la Editorial Fundación Ross. Este libro nos habla de la fuerte presencia del alma americana, a través de una acabada investigación de la cosmovisión andina. Es aquí donde Kusch desarrolla la relación entre el ser ó ser alguien de Occidente y el estar, propio de los indígenas, como raices profundas de la mentalidad mestiza.

Indios, Porteños y Dioses (Stilcograf, 1966), es un excelente compendio de sus viajes por el continente y una original explicación de las zonas de encuentro entre occidentales e indígenas, basadas en una concepción más totalizadora del hombre. De la mala vida porteña (Peña Lillo, 1966) explora la presencia del pensamiento indígena en Buenos Aires.

El Pensamiento Indígena y Popular en América (ICA, 1973; 1ra edición en México, 1970), es otra de sus obras cumbre, y constituye una propuesta de profundización del modo de concebir la realidad por parte de los indígenas y sus implicancias para la comprensión de los problemas americanos. 

Geocultura del Hombre Americano (F.García Cambeiro, 1976) es un llamado a vencer el miedo de ser nosotros mismos, recuperando el sentido de nuestra identidad americana. Su último libro Esbozo de una Antropología Filosofica Americana (Castañeda, 1978), indaga en la definición de lo humano en América, para lo que se requiere apenas asumir toda “la paradoja del vivir mismo, pero también toda su sacralidad”.

Muchos de estos trabajos son hoy casi imposibles de encontrar en sus ediciones originales. Pero hay una excelente noticia: la Editorial Fundación Ross de Rosario acaba de lanzar una edición con las Obras Completas en dos tomos (2000) lo cual es no solo un aporte invalorable a la difusión del pensamiento de Kusch sino un justo homenaje a este pensador fundamental de nuestra “América Profunda”.


Original de la Web Fundación Desde América

3 de junio de 2010

¿Cómo estudiar la Interculturalidad?

Por Daniela Senn J.

Imaginemos que nuestra pretensión es acercarnos a otra cultura a través del estudio, que esperamos tocar parte del sentido que liga a ese grupo como pueblo, que una fracción de toda su urdimbre espera ser sacada a la luz, enfocada y develada. Nosotros, desde acá, escribimos sobre lo que sucede allá. Tanto nuestro sitio como al que intentamos hacer referencia ha mutado, y nos es imposible concebir un territorio como un espacio homogéneo. Así, cuando hablamos de la identidad –en el plano individual y grupal-, más allá de considerar el estado de conciencia, la diferencia y el sentido de pertenencia a un grupo, debemos recordar la situación de tránsito, de latente construcción y cruce cultural que llevará a estos grupos a no definirse de forma rígida o enmarcada, sino a través de esa significación en constante construcción.

La cultura, según Geertz (2003) es un sistema históricamente transmitido de significaciones contenidas en símbolos; es decir, un conjunto heredado de concepciones representadas simbólicamente, a partir de las cuales los hombres se comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y sus modos de vida. Ahora sabemos que este sistema históricamente transmitido, ha traspasado las fronteras que los mismos individuos han creado, por lo tanto, la cultura pasaría a ser un fenómeno mucho más dinámico de lo que creemos.

Ya planteaba Anderson (en Barrera, 2000) la imagen de la nación imaginada, como una idea que nos hacemos de un territorio soberano del cual ni siquiera conocemos sus fronteras. Y ahora si le sumamos a esto que esa misma idea de nación, de territorio e identidad se verá permeada por los cruces culturales, ¿qué sucede?

Dentro de un mismo pueblo es necesaria la comunicación para la transmisión de la cultura. Ahora, cuando la comunicación se extiende y vamos al encuentro con el otro, debemos tener especial cuidado de no instalarnos en las autocertezas de nuestra propia cultura, ni tampoco caer en la convicción que somos los excluidos, los diferentes, forasteros que deben actuar con una solidaridad casi militante hacia el otro, asimilándose al otro para poder entrar en su grupo. Los cruces culturales no siempre conllevan a la asimilación, sino también al sincretismo, a la representación de la interculturalidad.

Muchas veces he temido verterme hacia el grupo que estudio y mimetizarme con ellos. Está claro que la interacción hará que adquiera algunos rasgos o ideas del otro, pero ese encuentro, en nuestro caso como cientistas sociales, no debe derivar en un reemplazo de nuestra propia cultura e identidad por la de los otros, ya que no debemos perder nuestro fin específico: sacar a la luz una parte del otro que permanece en las sombras, no volverse hacia esa oscuridad y permanecer ahí, sin comunicar lo que hemos aprendido.

Ahora si vamos a nuestra disciplina específica, los antropólogos somos personas que alcanzamos legitimidad en tanto demostramos “haber estado allí”, pero nuestro texto, es decir, lo que comunicaremos a la comunidad lo hacemos “desde acá”. Eso si pensamos que la cultura que estamos estudiando está localizada en un espacio determinado, porque si nos volcamos hacia la interculturalidad, ¿podemos “estar allí” si no tenemos claro cuál es ese sitio específico?, ¿existe un lugar para estudiar la interculturalidad?

Entonces, el viaje no es sólo una condición de la etnografía como estrategia, sino que es una condición de vida de las mismas culturas, es lo que las hace encontrarse, mezclarse y ver nacer nuevas formas de inventarse el mundo. Al estudiar la interculturalidad, nosotros estamos posicionados en el mismo lugar donde confluyen los cruces, existe una multiplicidad de sitios posibles donde anclar un estudio que involucre sincretismo.

Según Renato Rosaldo (En Canclini: 2004) la tarea de exhibir la identidad de alguna cultura debe hacerse como si se tratara de una venta de garaje, donde el antropólogo no trabaja con objetos nuevos o auténticos, sino con objetos usados y acepta que los usos forman parte de su valor. Es decir, debemos estar atentos a los elementos que encontremos de diversas culturas en algún sitio. Como si fuéramos por nuestra propia calle y nos encontráramos con casas de algún estilo particular, otras típicamente alemanas, negocios donde venden desde cola cola hasta piñones, y personas que no necesariamente viven ahí, sino que pueden estar de paso y representar a otros barrios, a otros sectores.

Es necesario entonces que afinemos nuestra mirada, que no intentemos solamente captar una totalidad, una generalidad que sea capaz de explicar cómo está organizado un todo o cómo funciona ese sistema. Claramente es un estudio válido, pero si damos vuelta la vista, notaremos que existen muchas otras formas de estudiar la cultura, las cuales pueden tratarse de encontrar las excepciones, contar desde otra posición social lo que ya se ha dicho, entre tantas posibilidades latentes. Ahora, si vuelvo al negocio que ofrece piñores y coca cola, lo primero que puedo hacer es ver de dónde procede cada mercancía, cómo llegó hasta ahí, qué tipo de redes deben existir para que lleguen a nuestras manos. Nos encontraremos sin duda con un sinfín de historias que se cruzan.

Pero desplacémonos. Si viajáramos hasta un lugar un poco más lejano que la plaza de nuestra ciudad, por ejemplo España: No encontraremos ahí ciertamente sólo españoles con su cultura marcada. Va más allá de considerar las variaciones entre españoles, vascos y catalanes: debemos tomar en cuenta los contactos que existen con otros pueblos.

Mientras estudié el ateísmo de resistencia surgido en España a través de organizaciones ateas vigentes, pude notar que este fenómeno se da en esa zona no sólo por la historia manchada de sangre con la que carga la Iglesia Católica y la persistencia de reyes católicos, sino que este ateísmo organizado nace también por consecuencia de los cruces culturales con los que convive ese país. España es destino de inmigrantes tanto latinoamericanos, como africanos y musulmanes, y al emitir juicios de valor sobre las prácticas de esos individuos, o criticar su misma religión, basando parte de sus postulados en un repudio hacia el fundamentalismo –en el caso de los musulmanes-, se ha manifestado que a partir de esta interculturalidad, aparecen nuevos fenómenos sociales que antes no se habrían visto, además que se ha puesto en tela de juicio la tolerancia de un sector de la población española.

En sociedades mestizas como la nuestra, la interculturalidad es un tema a estudiar en sí, y además desde ella aparecen nuevos fenómenos a los cuales debemos prestarles atención. No significa que las culturas ya no tengan elementos distintivos o se asimilen completamente –como sucede con parte de la población indígena en Chile, quienes fueron obligados a renunciar a sus propias prácticas culturales y adoptar una nueva cultura- hasta llegar a un pastiche que las homogenice en vez de diversificarlas; lo que intento decir es que dentro del sincretismo se intercambian elementos de otras culturas y se re significan, a la vez que pueden conservar algunos rasgos que le es propia.

Los objetos de estudio de las ciencias sociales no pueden ser identidades separadas, ni culturas relativamente desconectadas, ni campos absolutamente autónomos: Se deben tomar como entidades en movimiento, dinámicas y en permanente construcción.

Ante tan alta ambición de estudiar la interculturalidad, la misma disciplina que se acerque a esto debe nutrirse de diversos campos. Martin Barbero (2005) plantea la necesidad de acercarse a estudiar distintos fenómenos desde disciplinas que estén abiertas a nutrirse de otras a través del diálogo. La interdisciplina nos permitiría unir en un mismo fin saberes que suelen trabajar por separado, mientras que la transdisciplina, mucho más ambiciosa, pretende formular nuevos saberes que converjan en un estudio particular.

Por la misma línea, Geertz plantea que las disciplinas son consideradas como géneros, los cuales –al igual que las culturas- se cruzan y mezclan tanto para complementarse, como por producto del desarrollo científico y la globalización. Los géneros ya no son definidos y enmarcados de una forma rígida, sino que transitan de uno en otro, tomando lo que pueda servirles y acomodándolo a sus necesidades explicativas.

De esta forma, la analogía se usa en ciencias sociales para aprehender el análisis, es decir, para captar eso tan intangible como algo tangible o al menos similar. Es así como se usan comparaciones con materiales adquiridos desde las artes, las ciencias duras, la ley, y así muchas disciplinas que se han ido encontrando para posibilitar la explicación de fenómenos. Esta búsqueda de analogías es al mismo tiempo “evidencia de la desestabilización de los géneros y del surgimiento del giro interpretativo; y su resultado más visible es un estilo modificado de discurso en los estudios sociales.”

No es que sea necesario una acumulación, un dilentantismo del conocimiento, eclecticismo, o compartir un sentimiento de hermandad con todas las disciplinas sin discriminar su pertinencia, sino que es el mero reconocimiento “de que las líneas que agrupan a los estudiosos en áreas intelectuales o, lo que es lo mismo, que los clasifican en comunidades diferentes, en los días que corren, poseen ángulos enormemente excéntricos.” Es decir, resulta imprescindible reconocer el aporte que otras disciplinas puedan hacer a la propia, además de los encuentros reiterados que se producen entre teorías, las cuales siempre van a tomar insumos de otras.

La misma ciencia debe aprender a validar otros tipos de conocimiento. Es decir, no porque nosotros no hayamos analizado científicamente el contenido de las letras del hip hop –por poner un ejemplo- eso significa que estas letras no tengan un contenido sustancial en la configuración de una ideología. El mismo autor de la letra es un investigador de su grupo social. Nuestro trabajo ahí sería interpretar su propia investigación.

Propongo, para lograr un proyecto transdiciplinario como el que soñamos, aceptar primero que nuestra propia condición, es decir, el lugar desde donde estamos posicionados escribiendo, nuestra perspectiva, es un producto del encuentro entre culturas. Nosotros mismos estamos permeados de diversidad, y una vez que aprendamos a ver la polifonía de cada fenómeno social, sabremos contar una historia.


Referencias
• Martin Barbero, Jesús 2005.- Transdisciplinariedad: notas para un mapa de sus encrucijadas. Ponencia en el Congreso Internacional “Nuevos Paradigmas Transdisciplinarios En Las Ciencias Humanas”, Universidad Nacional, Bogotá, Abril 7, 8 Y 9 De 2003 y publicado en el libro J. E. Jaramillo (comp.) Culturas, identidades y saberes fronterizos, CES, Bogotá, 2005 .
• Barrera, Andrés. 2000. Identidades, lenguas, ideologías. Una interpretación desde la antropología, en Lisón, Carmelo (ed.) 2000 Antropología: horizontes interpretativos, Universidad de Granada, Granada.
• García Cancini, Néstor. 2004. Diferentes, Desiguales y Desconectados. Mapas de la Interculturalidad. Gedisa. Barcelona.
• Geertz, Clifford. 1980. Géneros Confusos. La Reconfiguración del Mundo Social. American Scholar, vol. 49, N° 2, primavera de 1980, págs. 165-179.
• Geertz, Clifford. 2003. La Interpretación de las Culturas. Gedisa. Barcelona.