25 de junio de 2012
20 de junio de 2012
Metáforas del fin
Quizá sea una virtud el que las ciencias
sociales traten de hablar sobre lo que sucede ante esta ola de comunicaciones
que anuncian el final de algo para estos meses con cierta distancia. Podríamos recordar a Durkheim y
afirmar con él que el advenimiento de un final del ser humano es la
manifestación frustrada de una sociedad que se ve superada por su incapacidad
de adapatación. Dukheim jamás ha dicho eso, pero leyéndolo se me ocurrió esa
idea.
¿Qué ocurre?, ¿por qué se ha hecho tan popular
participar de una u otra manera en alguna comunidad de ideas que tienen al 2012
como la manifestación de una revuelta del espíritu? El tarot, el budismo, el yoga, los mayas, el zodiaco,
Jesús, los extraterrestres, las crisis del capitalismo, etc. Son muchos los
factores que habitan el hablar común de las personas para explicarse un futuro
incierto, lleno de ansiedades y carentes de conocimiento que le den un respiro. Pero un aspecto las reúne a todas: el miedo.
Es cierto, el capitalismo en su fase tardía a elevado, como
nunca antes en la historia los fenómenos de incertidumbre, el ascenso y
descenso de las bolsas a niveles records en una misma semana, los procesos de
flexibilización laboral, la liberalización de mercados, la especulación como
forma de ganancia acelerada, la reconfiguración de garantías estatales en
pensiones, salud y educación, y la nueva certeza, para desgracia nuestra, de
que existen empresas que no pueden quebrar, sino que deben ser salvadas, aunque
el Estado mismo asuma la responsabilidad de pagos y se juegue la vida de toda
una comunidad social en ello.
Karl Marx denominaba a esos sucesos “las crisis del
capitalismo”, y cumplen una función conocida para el funcionamiento de dicho
sistema. En 2008 estalló un boom de ventas de Das Kapital en Alemania y la
prensa gringa y europea se sorprendía de que dichos fenómenos tan
contemporáneos y posmodernos hayan sido comprendidos en la obra del padre de la
crítica al capitalismo. Junto a ello a Sarkozy se le veía leyéndolo y hasta el Papa Benedicto XVI hablaba de su buena analítica*. Entonces, y para no darme más vueltas, he querido reunir
aquí la noción de capitalismo en crisis, junto a la vorágine de discursos que
tienen por única meta transmitir la noción de un fin para el cual todo
movimiento o acción que lo enfrente están destinados a fracasar.
Las comunicaciones sociales (TV,
Radio, Internet, Facebook, Twitter, etc.) junto
al devenir híbrido de los discursos de fin de mundo, no hacen más que
manifestar bajo una dinámica cultural la
incapacidad del capitalismo por sostener su propia ideología. Sin ser reduccionista, mi hipótesis es que la realidad de los discursos finales tienen un objetivo
claro: describir la incapacidad humana de sostener su existencia en
comunidad bajo un cuerpo de creencias que le otorgue sentido.
La situación actual, nos muestra que las instituciones
religiosas de occidente, administradas milenariamente bajo el régimen del secreto, son incapaces de seguir los ritmos de transformación que exige las descripciones actuales de “sociedad
del riesgo” (Beck) o del “miedo líquido” (Bauman) que tienen a la humanidad
industrializada con los más altos índices de estrés y ansiedad buscando ideas que tranquilicen su actividad interior.
Si uno se da a la tarea de leer algunos de las más grandes o
populares descripciones sobre los sucesos que secundaran un post2012 se encuentra
con la promesa de una especie de evolución forzada de la conciencia, un
acoplamiento energético entre los astros y los cuerpos humanos, la llegada de
seres redentores o deseos profundos por acceder a una especie de comunicación
cósmica que hasta ahora permanece vedada a nuestras posibilidades. Todo se
resume en la emergencia de un “nuevo tiempo”.
Los imaginarios apocalípticos del cristianismo, no distan
mucho de esa mirada y ya nos es conocido el vocabulario de los seguidores de la
cruz que asocian terremotos, tempestades climáticas y procesos de
desmoralización social como la exteriorización del plan divino. De todas
maneras el desierto continúa avanzando, y junto a él se adhieren saberes
populares que hacen del budismo, la ecología práctica y la cosmovisión indígena
una estructura común que le permite a las nuevas generaciones enfrentar de una
manera menos pesimista la tragedia de ver caer los ideales de una ilustración europea
que creía que la democracia y la
actividad modernizadora serían los medios de transformación final del ser
incivilizado. Una regla se desprende de esto: no existe formación de sí sin una narrativa social que le otorgue lugar y, por tanto, que ya se encuentre operando dentro del espacio social.
Lo que dichas prácticas manifiestan en el nivel imaginario
de la sociedad es acompañado a nivel económico y político por estados de crisis
que no encuentran una solución efectiva en discursos que hagan del mercado o el
estado la fuente de soluciones al problema de ser en comunidad. Si la caída del
muro en el 89 significó el triunfo final del capitalismo neoliberal, ahora la
tragedia es que no existe una cuerpo renovado y lo suficientemente socializado
de soluciones y creencias que le haga frente a las trizaduras del pensamiento
único del capitalismo tardío y su democracia representacional deslegitimada.
El “final del mundo” parece ser un refugio ante nuestra incapacidad
de entender la responsabilidad de vivir en comunidad junto a un mecanismo que nos
proporcione un piso común de solidaridad y mutuo reconocimiento social, es
también una esperanza, pero en el sentido negativo que le otorgaba Spinoza de
ser vehículo que deposita todas las soluciones en un futuro que no depende de
nosotros, pero también un síntoma de quien se pregunta “¿de quién o quiénes es
el mundo que se encuentra legitimado como real? Y ¿qué ocurre cuando comienzo a
llegar a ser aquello para lo cual no hay lugar dentro del régimen de verdad
dado?”**.
*historiaglobalonline.com/2011/02/marx-is-back-la-resureccion-del-marxismo-2008-2011/
**Judith Butler, ¿Qué es la crítica? Un ensayo sobre la
virtud de Foucault.
11 de junio de 2012
Grecia nos salvará*.
por Slavoj Zizek
Al final de su vida Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, hizo la famosa pregunta «¿qué quiere una mujer?», admitiendo su perplejidad frente al enigma de la sexualidad femenina. Similar perplejidad surge hoy: «¿Qué quiere Europa?» esta es la pregunta que vosotros, los griegos, estáis dirigiendo a Europa. Pero Europa no sabe lo que quiere. El modo en que los estados europeos y los medios de comunicación se refieren a lo que está pasando hoy en Grecia, creo que es el mejor indicador de la Europa que pretenden. Es la Europa neoliberal, la Europa de los estados aislacionistas. Los críticos acusan a Syriza de ser una amenaza para el euro, pero Syriza es, al contrario, la única posibilidad que tiene Europa. ¿Qué amenaza?. Vosotros estáis dando Europa la posibilidad de salir de su inercia y encontrar una nueva vía.
En sus notas sobre la definición de cultura, el gran poeta conservador Thomas Eliot subrayó esos momentos en que la única elección es entre la herejía y la incredulidad, momentos en que el único modo de mantener la creencia, de mantener viva la religión, es desviarse drásticamente de la vía principal. Esto es lo que ocurre hoy en Europa. Solo una nueva herejía –representada en este momento por Syriza- puede salvar lo que merece la pena salvar de la herencia europea, la democracia, la confianza en las personas, la solidaridad igualitaria. La Europa que vencerá, si Syriza no gana, será una Europa con valores asiáticos y, naturalmente, estos valores no tienen nada que ver con Asia, sino con la voluntad actual y evidente del capitalismo contemporáneo de suspender la democracia.
Se dice que Syriza no tiene suficiente experiencia para gobernar. Estoy de acuerdo, le falta experiencia sobre cómo llevar a la ruina un país, engañando y robando. No tenéis esa experiencia. Esto nos lleva al absurdo de la política europea: nos sermonea sobre pagar impuestos, oponiéndose al clientelismo griego al tiempo que pone todas sus esperanzas en la coalición de dos partidos que han llevado a Grecia a ese clientelismo.
Christine Lagarde ha afirmado recientemente que tiene más simpatía por los pobres de Niger que por los griegos, y también ha aconsejado a los griegos que se ayuden a sí mismos pagando impuestos, que, como he podido comprobar hace pocos días, no deben pagar. Como todos los liberales humanitarios, ama a los pobres impotentes que se comportan como víctimas, evocando nuestra simpatía e inclinándonos a la caridad. Vuestro problema es que sí, sufrís, pero no sois víctimas pasivas: resistís, lucháis, no pedís comprensión ni caridad, reclamáis solidaridad activa. Demandáis y reivindicáis una movilización, apoyo para vuestra lucha.
Se acusa a Syriza de promover utopías de izquierda, pero la utopía es el plan de austeridad impuesto por Bruselas. Todos saben que este plan es ficción, que el estado griego no podrá jamás pagar la deuda. ¿Por qué Bruselas impone estas medidas? Su propósito no es salvar a Grecia, sino salvar a los bancos europeos.
Estas medidas no son presentadas como decisiones basadas en opciones políticas, sino como una necesidad impuesta por una lógica económica neutral. Como si dijéramos: si queremos estabilizar nuestra economía, nos tenemos que tragar esta píldora amarga. O, como dicen los proverbios tautológicos: no se puede gastar más de lo que se tiene. Los bancos americanos y los Estados Unidos llevan decenios demostrando que sí se puede gastar más. Para ilustrar el error de las medidas de austeridad, Paul Krugman las compara a menudo con la práctica medieval de las sangrías. Una metáfora pertinente, que pienso puede ser más extremada. Los médicos europeos, ignorando cómo funcionará el tratamiento, os están usando a vosotros los griegos como conejillo de indias, están desangrándoos, no a sus países. No hay sangrado para los bancos alemanes y franceses. Al contrario, están recibiendo grandes transfusiones.
El buen sentido radical
¿Es realmente Syriza grupo de peligrosos extremistas? No, Syriza está aportando un pragmático buen sentido para abortar la confusión generada por otros. Los soñadores peligrosos son los que pretender imponer las medidas de austeridad. Los verdaderos soñadores son los que piensan que las cosas pueden seguir así, indefinidamente, haciendo algunos cambios cosméticos. Vosotros no sois soñadores: vosotros estáis despertando de un sueño que se está transformando en una pesadilla. Vosotros no estáis destruyendo nada, estáis reaccionando al modo en que el sistema está gradualmente destruyéndose a sí mismo. Todos conocemos la clásica escena de los dibujos animados de Tom y Jerry: el gato alcanza el precipicio y continúa caminando, ignorando que no hay suelo bajo sus píes. Solo cuando mira hacia abajo se da cuenta que cae al vacío. Esto es lo que estáis haciendo: estáis diciendo a los que están en el poder, «¡eh, mira hacia abajo!» y se caen.
El mapa político de Grecia está claro. En el centro hay un solo partido, con dos alas, derecha e izquierda, Pasok y Nueva Democracia. Es, como la Cola, Coca o Pepsi, una elección que no lo es. El verdadero nombre de este partido, si se meten Pasok y Nd en el mismo saco, debería ser algo así como NMCED, Nuevo Movimiento Helénico Contra la Democracia. Naturalmente este gran partido dice estar a favor de la democracia, pero yo digo que será a favor de una democracia descafeinada, como el café sin cafeína, la cerveza sin alcohol, el helado sin azúcar. Hablan de democracia, pero de una democracia donde en vez de hacer una elección, la gente se limita a confirmar lo que los expertos dicen lo que hay que hace. ¿Buscan un diálogo democrático? Sí, pero como los últimos diálogos de Platón, en los que un niño habla todo el tiempo y otro solo dice de vez en cuando, «¡por Zeus, así es!»
Luego está la elección. Vosotros, Syriza, el auténtico milagro, movimiento de izquierda radical, que ha salido de la cómoda posición de resistencia marginal y se ha dispuesto valerosamente a tomar el poder. Este es el motivo por el cual debéis ser castigados. Este es el porqué de un reciente artículo escrito por Bill Freyja en la revista Forbes bajo el título «Darle a Grecia lo que se merece: comunismo». Cito: «Lo que el mundo necesita, no lo olvidemos, es un ejemplo contemporáneo del comunismo en acción. ¿Qué mejor candidato que Grecia? Échesela de la Unión europea, interrúmpase el flujo libre de euros y devuélvasele al viejo dracma. Después, ved que ocurre durante una generación». En otras palabras, Grecia debería ser castigada de modo ejemplar para acabar de una vez por todas con la tentación de una solución radical de izquierda a la crisis.
Sé que la misión de Syriza es casi imposible. Syriza es la extrema izquierda, es la voz pragmática de la razón, que contrasta con la loca ideología del mercado. Syriza necesitará de la formidable combinación de principios políticos y pragmatismo sin compromiso democrático, además de la capacidad de actuar rápidamente y sin miramientos cuando sea necesario. Para que Syriza tenga una oportunidad, incluso una mínima oportunidad de éxito, será necesaria una solidaridad pan-europea.
Cambiar Grecia
Pienso que vosotros, aquí en Grecia, debéis evitar el nacionalismo fácil, todos esos discursos acerca de que Alemania quiere volver a ocupar Grecia, destruirla y cosas así. Vuestra primera tarea es la de cambiar las cosas aquí. Syriza deberá hacer el trabajo que otros tenían que haber hecho. El trabajo de construcción de un estado mejor, moderno: un etado eficiente. Deberéis hacer un trabajo de recuperación del aparato estatal del clientelismo. Es un trabajo duro, exento de entusiasmo: lento, duro, tedioso.
Vuestros críticos pseudo-radicales dicen que la situación no está todavía madura para un cambio social. Que si tomáis el poder ahora, no haréis más que ayudar al sistema, haciéndolo más eficiente. Si he comprendido bien, esto es lo que el KKE, el partido de quienes todavía viven porque se olvidan de morir, está diciendo.
Es cierto que vuestra élite política ha demostrado su incapacidad para gobernar, pero no hay nunca un momento exacto en que la situación sea la completamente idónea para el cambio. Si esperáis ese momento, el momento idóneo no llegará jamás. Nunca se interviene en el momento exactamente adecuado. Por tanto, estáis ante una elección: o esperáis cómodamente y veis cómo se desintegra vuestra sociedad, como proponen algunos otros partidos de izquierda, o intervenís heroicamente, plenamente conscientes de la dificultad de la situación. Syriza ha hecho la elección adecuada.
Pienso que vuestros críticos os odian porque, en su interior, saben que tenéis el valor de ser libres y actuar como personas libres. Cuando se mira a los ojos, la gente comprende, al menos por un instante, que se le está ofreciendo su libertad. Estáis atreviéndoos a hacer lo que ellos sueñan hacer. En este instante, son libres. Son uno con vosotros. Pero solo es un momento. Vuelve el miedo y os odiarán otra vez, porque tienen miedo de su libertad.
¿Cuál es entonces la elección que, vosotros los griegos, habréis de afrontar el 17 de junio? Debéis tener en cuenta la paradoja que sostiene la libertad de voto en las sociedades democráticas: sois libres de elegir, a condición de que hagáis la elección correcta. Porque cuando la elección es errónea, por ejemplo cuando Irlanda votó contra la constitución europea, esa elección es tratada como un error. Entonces repiten la votación, para que las personas alumbren la decisión adecuada. Por esto el establishment europeo está prensa del pánico. Piensan que quizá no merecéis vuestra libertad, porque existe el peligro de que hagáis la elección equivocada.
Café sin leche
En Ninoska de Ernst Lubitsch aparece una broma maravillosa: el protagonista entra en una cafetería y pide un café sin crema. El camarero responde «lo siento, se nos ha acabado la crema, solo tenemos leche. ¿Quiere un café sin leche?» En ambos casos se tomará solo el café, pero pienso que la broma es acertada. También la negación es importante. Un café sin crema no es lo mismo que un café sin leche. Vosotros os encontráis hoy en la misma difícil situación. Tenéis austeridad, pero ¿tenéis el café de la austeridad sin crema o sin leche? Aquí es donde el establishment europeo hace trampas. Se está comportando como si tuvierais el café de la austeridad sin crema. Es decir, los frutos de vuestro esfuerzo no solo beneficiarán a los bancos europeos: os están ofreciendo también un café sin leche. Vosotros seréis los que no os beneficiaréis de vuestros sacrificios y dificultades.
En el sur del Peloponeso hay mujeres que son las encargadas de llorar en los funerales, de hacer un espectáculo para los parientes del difunto. No hay nada de primitivo en esto. Nosotros, en nuestras sociedades desarrolladas, hacemos exactamente lo mismo. Pensad en este maravilloso invento, quizá la mejor contribución de América a la cultura mundial: las risas enlatadas. Las risas que forman parte de la banda sonora de los programas de televisión. Vuelves a casa cansado, enciendes la tv en uno de estos estúpidos programas tipo Cheers o Friends. Te sientas y la tv ríe también por ti. Desgraciadamente, funciona.
Así es como los que detentan el poder, el establishment europeo, quiere ver no solo a los griegos sino a todos nosotros: mirando a la pantalla y observando cómo sueñan los otros, cómo lloran, cómo lloran. Hay una anécdota, apócrifa pero maravillosa, sobre el intercambio de telegramas entre el cuartel general del ejército alemán y el austriaco durante la primera guerra mundial. Los alemanes envían un mensaje a los austriacos: «Desde nuestro frente vemos la situación grave pero no catastrófica». Los austriacos responden: «Desde el nuestro, la situación es catastrófica, pero no grave».
Esta es la diferencia entre Syriza y los otros: para ellos la situación es catastrófica pero no grave, las cosas pueden seguir como hasta ahora, mientras que para Syriza la situación es grave, pero no es catastrófica y por eso el valor y la esperanza deben sustituir al miedo. Por tanto tenéis delante, por decirlo con el título de una vieja canción de los Beatles, una long and winding road. Cuando hace años la guerra fría amenazaba con estallar, John Lennon escribió una canción, all we are saying is give peace a chance. Hoy, quiero escuchar una nueva canción en toda Europa, «todo lo que estamos diciendo es dar una oportunidad a Grecia».
La revolución en la propia casa
Consentidme una referencia a una de las grandes, quizá la más grande, de las tragedias clásicas, Antígona: no combatir batallas que no sean las tuyas. En mi idea de Antígona, tenemos a Antígona y a Creonte. Son de la clase dirigente. Un poco como Pasok y Nueva Democracia. En mi versión de Antígona, mientras los dos miembros de las familias reales están combatiendo entre ellos, amenazando con enviar a la ruina al estado, me gustaría ver al coro, las voces de las personas, salir de su estúpido rol de acompañamiento sentencioso, apoderarse de la escena, constituir un comité público de poder popular, arrestarlos, a Creonte y Antígona, y dar vida al poder del pueblo.
Permitidme ahora acabar con una nota personal. Odio a la izquierda tradicional, intelectual, que ama la revolución, pero la revolución que tiene lugar en algún sitio lejano. Así era de joven: cuanto más lejos, mejor, Vietnam, Cuba, todavía hoy, Venezuela. Pero vosotros estáis aquí y os admiro. No tenéis miedo a involucraos en una situación desesperada, sabiendo qué las probabilidades están en vuestra contra. Por esto os admiro. Hay también un oportunismo de principio, el oportunismo de los principios. Cuando se dice que la situación está perdida, que no podemos hacer nada, porque significaría traicionar nuestros principios, esta parece ser una posición coherente, pero en realidad es una forma extrema de oportunismo. Precisamente Syriza es un evento único de esa izquierda -en contradicción con lo que hace habitualmente la izquierda extraparlamentaria, que se preocupa más de la violación de los derechos humanos de cualquier criminal que de los millares de seres humanos que mueren- que ha encontrado el valor de hacer algo.
En Rebelión.
Fuente primaria y traducción: https://n-1.cc/pg/blog/read/1347543/grecia-nos-salvar (nemoniente).
* Texto de la intervención del filósofo esloveno en la convención de Syriza. Publicado en Il manifestó, 8 de junio, 2012.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)